Pocas cosas evocan tanto el calor del hogar andaluz como una buena pringá. Esa mezcla jugosa de carnes, embutidos y pan que se deshace en la boca ha sido, desde siempre, uno de esos platos que no aparecen en cartas sofisticadas, pero que conquistan a todo el que los prueba. En Cárnicas Zurita lo sabemos bien: la pringá es historia, familia y sabor. Y el secreto de su éxito empieza, sin duda, por la calidad de sus ingredientes.
Una receta que se hereda
La pringá no nació como un plato principal, sino como la deliciosa consecuencia de un buen puchero. En muchas casas andaluzas, el cocido o caldo se servía primero, y lo que quedaba en la olla —carnes, tocino, chorizo, morcilla— se aprovechaba después, desmenuzado y aplastado, para acompañarlo con pan. Ese “después” se convirtió, con los años, en el verdadero protagonista.
Hoy, la pringá se prepara directamente como plato único, con mimo y tiempo, y siempre con el objetivo de compartirla. Se come con las manos, entre risas, con pan de pueblo, y mejor aún si va en buena compañía. Es cocina sin prisas, con raíces y con corazón.
El papel de los embutidos
No hay pringá sin chorizo ni sin morcilla. Son los embutidos los que le dan carácter, color y esa profundidad de sabor que tanto gusta. En Zurita apostamos por productos de elaboración propia, siguiendo recetas tradicionales, con especias naturales y curación cuidada. Nuestro chorizo ibérico extra, por ejemplo, es ideal para este tipo de platos: aporta grasa noble y un punto ahumado que realza todo el conjunto.
La morcilla, por su parte, debe deshacerse al calor, integrarse en la mezcla sin perder presencia. El toque final lo suelen poner las carnes magras del cocido —ternera, cerdo, a veces algo de gallina—, pero el alma, sin duda, está en los embutidos. Por eso insistimos siempre: si vas a preparar una pringá, empieza por elegir bien lo que va dentro.
Tiempo y fuego lento
El otro gran secreto está en el tiempo. La pringá no se hace con prisas. Se necesita un fuego bajo, una olla que burbujee sin sobresaltos y paciencia para que las carnes se ablanden y los sabores se integren. Una buena pringá puede tardar horas en estar lista, pero la espera merece la pena. En casa, muchos la preparan el día antes, y la recalientan justo antes de servir. Como ocurre con los guisos de verdad, gana con el reposo.
La textura ideal se consigue cuando todo se puede aplastar fácilmente con un tenedor. El resultado no debe ser una masa uniforme, sino una mezcla fibrosa, jugosa, con trozos que se notan, con sabor intenso. Pan, por supuesto, que no falte. Mejor si es de corteza crujiente y miga generosa.
Tradición que viaja a donde tú estés
Desde nuestros locales en Albolote, Churriana y el Centro Comercial Nevada, y ahora también desde nuestra tienda online, enviamos embutidos seleccionados a toda España. Nos gusta pensar que cuando un cliente de Madrid, Barcelona o Bilbao recibe su pedido, está recibiendo también un pedacito de esa tradición andaluza.
Porque la pringá no es solo una receta, es una forma de entender la cocina: humilde, sabrosa y compartida. Y aunque cada casa tiene su truco —un poco más de tocino aquí, un toque de pimentón allá—, lo que nunca cambia es la base: productos de calidad y cariño al cocinarlos.
Sabor a hogar, estés donde estés
En Cárnicas Zurita te ofrecemos todo lo necesario para preparar tu pringá perfecta: chorizos, morcillas, carnes de cocido y pan candeal, si estás cerca. Y si estás lejos, te lo ponemos fácil con nuestros envíos en 24/48h. Para que, vivas donde vivas, puedas disfrutar de uno de los platos más sabrosos de nuestra tierra.